La Mg en Educación Popular y de Género
Mabel Busaniche participó como oradora en el acto de presentación del Programa “Escuelas
Populares de Formación en Género”, que el Colegio Profesional de Asistentes Sociales
(Primera Circunscripción) lleva adelante en la ciudad de Santa Fe.
Busaniche, referente en la temática e
integrante de la Multisectorial de Mujeres de Santa Fe, acentuó la necesidad de
un mayor protagonismo ciudadano.
¿Cuál es su opinión en relación a la
ejecución de esta propuesta?
Me parece que el Trabajo Social tenía desde
hace tiempo que empezar a incorporar la perspectiva de género y el trabajo popular
en esta dimensión. Por eso es plausible que se hayan comprometido desde el
Colegio de Asistentes Sociales de Santa Fe para esta instancia de capacitación
plural, para todos los sectores, para varones y mujeres, para trans. Es una muy
buena iniciativa.
Nosotras estuvimos colaborando en la
realización de las Escuelas en Paraná, el año pasado, y realmente el rédito es
muy bueno. Así que vale apuntalar estas experiencias.
A partir de su experiencia en este tipo de
programas, ¿por qué piensa que todavía es importante hacer hincapié en la
formación popular cuando hay otras metodologías, con la tecnología como
protagonista, que están dominando estas instancias?
Hay algo que las tecnologías no podrán
vencer, que es el cara a cara, el cuerpo a cuerpo, el mano a mano, el abrazo y
demás. El poder trabajar en una perspectiva de educación popular, donde la
palabra es escuchada con toda su dimensión, donde la contestación del
coordinador puede ser también una respuesta a partir de las vivencias y no
tanto desde lo conceptual. Esa minuciosidad no se logra con las tecnologías.
¿Cuáles son las cuestiones pendientes o los
desafíos que todavía se deben afrontar desde la temática de género?
Hay desafíos múltiples, porque Argentina es
uno de los pocos países de la región que tiene ampliación de derechos con
respecto al género. Eso te habilita pero hay que construir cultura alrededor de
esos derechos. Es decir, hay que hacer que la ciudadanía se active y conozca
sus derechos, los demande y también actúe desde su protagonismo ciudadano. Todo
eso no se logra solamente con las leyes. Estas leyes tienen que ser parte de
procesos de construcciones culturales, donde cambiar pautas culturales del
patriarcado que llevan siglos no es nada fácil y cuesta tiempo.
Desde el espacio que ocupa, ¿cómo se
trabaja para que la masividad que adquirió la consigna “Ni una menos” se
transforme en algo productivo a futuro?
Hay que volver a quienes pudimos convocar.
Fuimos muchas organizaciones las que lo pensamos y tenemos que convocarnos y
hacer una agenda de prioridades para que sigamos en esa dinámica. Hay que darle
continuidad a ese estado ciudadano de “SOS”.
Y además hay que apelar al protagonismo
territorial. Este proyecto de Escuelas sirve para eso, para juntarse en el
territorio, analizar y a partir de eso actuar. Lamentablemente no van a dejar
de morir mujeres, porque revertir esa cultura lleva mucho tiempo y es muy
cruento. El proceso tiene sus estados de meseta muy severa en sus tiempos.
Entonces, nada es mecánico ni nada va a cambiar de hoy para mañana. Pero sí
tiene que haber voluntad de parte de toda la ciudadanía de un conocimiento
mayor y de una atención a la inmediatez. Vecino que conoce que están golpeando
a una mujer que intervenga, y al mismo tiempo que esa mujer sepa que puede ir a
la casa de ese vecino. Es un trabajo territorial que falta y que hay que cumplir.
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