Por Lic. Maricel Salera
Como se sabe, los modos de
pensamiento remiten a múltiples definiciones respecto de a lo que se entiende
como pensar. Epistemológicamente esto significa una apuesta político-teórica a
la utilización de categorías que no son neutras, sino que funcionan como
estructuras estructurantes, y que se
dan en procesos de anclajes históricos
concretos, como expresiones en tanto
corte de la realidad en un momento determinado.
Por lo tanto, cuando se Hablan las categorías se hacen desde un
posicionamiento que dice mucho más que lo categorial en sí mismo. Esta breve
introducción, permite ubicarnos en que no es lo mismo hablar de pobreza que de
exclusión, y por lo tanto en la consigna del trabajo ya se pre-supone que la
exclusión como categoría ha permitido ampliar el horizonte político-teórico
sobre el pensar la pobreza como una categoría que en sí misma, no permite dar
cuenta de los procesos sociales que generan las situaciones de exclusión.
Se considera conveniente
reemplazar la idea de pobreza por la de exclusión, para que esta última aporte
a la reconfiguración de la primera en términos de relaciones sociales
democráticas. Hablar de exclusión nos remite necesariamente a la cuestión del
poder, es decir, que la exclusión implica fenómenos de dominación donde, por el
tipo de relaciones económicas, políticas, culturales, sociales, se “excluye” a
un sector de la población.
La exclusión como categoría
alternativa y complejizadora de la noción de pobreza es central debido a que la
primera hace referencia a la acumulación de desventajas. El sujeto excluido no
es solo aquel que no participa directamente en la posesión y distribución de
bienes sino que su propia posición social lo limita fuertemente en la
participación de las disputas por la distribución del capital en sus diferentes
formas (económicas, culturales, políticas).
La idea de exclusión permite
analizar y complejizar la mirada de pobreza en términos de trayectorias
históricas como sector en relación al ejercicio de los derechos,
fundamentalmente los sociales, Por lo tanto, la exclusión abarca pero
trasciende la noción de pobreza centrada en el ingreso, el gasto y el consumo
para subrayar la dimensión política de la cuestión.
La exclusión no es un concepto
estático, sino dinámico, implicando un interjuego complejo entre espacios de la
vida política, económica, social y cultural. Así, “situaciones de inclusión parcial en una u otra esfera implican riesgo y
vulnerabilidad. El estar excluido en una esfera no implica necesariamente el
estarlo en las otras” (Minujin, A, 1988:175)
El aporte central que la
categoría exclusión a aportado a los estudios de pobreza, significa no centrar
la mirada en los aspectos vinculados a la posesión o no de bienes materiales,
sino fundamentalmente la portación de capital social, cultural y simbólico que
construye o no trayectorias de inclusión-exclusión.
Los estudios de pobreza están más
centrados en la dimensión socio-económica promoviendo teorizaciones acotadas
pero también modos de relación social en las que crecen los patronatos sociales.
Esta mirada estática de la situación de los sujetos trabaja sobre las carencias
y no las capacidades (en términos de Senn: “la
pobreza en cambio, hace referencia a las capacidades, y más específicamente a
las limitaciones o carencias de la “bolsa” de capacidades de los hogares” Saravi,
G 24).