Por
Stella Quirós
No
sé muy bien cómo expresar esto y digo que me costó bastante hacerlo. El 17 de
junio partió Adriana Manzotti con 39 años y luego de cuatro luchando contra una
enfermedad maldita que cambió su vida y la de todos y todas quienes la
rodeamos, conocimos y quisimos. Siento mucho la pérdida de ese ser maravilloso.
Ojalá pase pronto el dolor para dar paso a todas las cosas lindas que ella pudo
sembrar en vida y que seguramente vivirán en sus hijos, en su mamá, en su hermano,
en mí y en todos los seres amados.
Adri
fue una excelente persona, profesional de tiempo completo, lejana a egoísmos o
malas intenciones, siempre abierta a los cambios superadores, con la mano
tendida para nuestra gente y para quienes la necesitaran.
Hoy
queda agradecer a la vida por haber conocido a una amiga incondicional, colega
de ley, madre ejemplar, hija, hermana, tía, amiga, madrina, persona como pocas
que una puede encontrar en el trayecto recorrido. La fuerza, el coraje, el
ejemplo, la lucha hasta el último respiro dieron cátedra de fortaleza, respeto
hacia los demás e integridad. Orgullosa de tanta gente que acompañó, invadida
por una tristeza enorme, feliz y agradecida por haber compartido con ella gran
parte de mi vida.
Dice
mucha gente, seguramente más inteligente que yo, que ninguna pérdida es fácil,
pero estamos en esta vida para aprender. Aprender a aceptar lo que se da, por
más injusto que nos parezca. Gracias colegas por tenerla en cuenta, realmente
se lo merece, por confiar en mí, aunque esté enojada con lo que pasó para que
escriba algo sobre ella.
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