Por Norberto Alayón
Profesor Titular Regular. Carrera de
Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires. Autor del libro “Historia del
TS en Argentina”.
El 2 de agosto de 1924, por Resolución del
Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de
Buenos Aires, fue creado el curso de Visitadoras de Higiene Social, dependiente
del Instituto de Higiene de dicha Facultad. El director de dicho Instituto era
el médico Manuel V. Carbonell, pero en rigor el curso dependía de la Cátedra de
Higiene, perteneciente al Instituto, cuyo titular era el médico Alberto Zwanck.
Casi 6 años más tarde, el 23 de junio de
1930, se inauguró la primera Escuela de Servicio Social, dependiente del Museo
Social Argentino, dirigida por el propio Zwanck. En esa fecha, el Museo Social
estaba incorporado a la Universidad de Buenos Aires, como un Instituto de
Información, Estudios y Acción Sociales.
Sin embargo, dos años antes, existió un
proyecto previo para la creación de la primera Escuela Nacional de Servicio
Social, presentado por el Poder Ejecutivo Nacional con fecha 16 de mayo de
1928. En efecto, con la firma del presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de
Alvear (cercano al radicalismo “antipersonalista”, opositor de Hipólito
Irigoyen) y de su ministro de Justicia e Instrucción Pública, Antonio Sagarna,
se envió al Honorable Congreso de la Nación un proyecto de ley, en cuyo
artículo primero se establecía: “Créase en la ciudad de Buenos Aires la Escuela
de Servicio Social, con los fines que a continuación se expresan: Proporcionar
enseñanza técnica y administrativa a los jóvenes que aspiren a ocupar puestos
en obras de asistencia y previsión sociales. Dar a las enfermeras, visitadoras,
empleadas en obras sociales una educación que complemente la ya recibida.
Completar la educación social de los jóvenes que siguen otros estudios. Ofrecer
a todos un centro de Estudios Prácticos de la realidad argentina en materia de
asistencia y solidaridad sociales”.
Se preveía que los estudios, para alumnos
mayores de 17 años, de ambos sexos, “duraran dos años, de los cuales el primero
estará consagrado especialmente a dar una información general sobre los grandes
problemas sociales, y el segundo a la especialización en el trabajo social, de
acuerdo con las necesidades del alumno”.
El plan de estudios contemplaba el dictado
de “una introducción al estudio del servicio social; nociones de sociología; de
psicología; de derecho y administración pública; de biología general; bases
científicas de la educación; el problema de la penología; el de la población de
la Argentina; higiene; puericultura; administración de las instituciones del
servicio social; economía doméstica; juegos; deportes; primeros auxilios;
orientación profesional; asistencia sanitaria y social; y organización del
trabajo”.
Para ingresar a la Escuela se exigía a los
y las estudiantes “haber cursado los tres primeros años de una escuela normal,
de un colegio nacional o de un establecimiento de enseñanza especial”. No
obstante, de no cumplirse este requisito de estudios previos, igualmente
podrían ingresar quienes “formaran parte del personal de alguna institución de
acción social pública o privada”.
En la fundamentación del proyecto se
mencionaba que “La asistencia sanitaria y social -el servicio social, como con
justo y amplio sentido comprensivo se dice- realízase en nuestro país en forma
generosa, insumiendo recursos y energías de tal magnitud, que implican un
timbre de honor para el sentimiento de filantropía y de solidaridad del pueblo
argentino”. Reafirmando “ese concepto de la asistencia del Estado a los menores
abandonados o a los indigentes, como un deber esencial de toda sociedad bien
organizada que, al recoger, amparar y elevar esos niños o jóvenes, defiende y
ennoblece su propia integridad”.
Con anterioridad al mes de mayo de 1927 el
ministerio de Justicia e Instrucción Pública había “encomendado a funcionarios
de su dependencia y a comisionados especiales el estudio de las organizaciones
docentes y administrativas del servicio social en Europa y el resultado de tal
misión es un informe muy interesante y muy documentado que permite apreciar
nuestra situación de retardo e inferioridad en tal sentido, al propio tiempo
que nos ofrece los varios tipos de organización bien experimentados en otros países,
para que adoptemos el más conveniente, adaptándolo a nuestras propias
condiciones sociales”.
El proyecto incluía el interrogante acerca
de “con qué bagaje teórico y práctico entra un argentino a la dirección de una
casa-cuna; de un instituto tutelar de menores; de una casa de trabajo para
alcoholistas, vagos, viciosos; de una prisión o casa correccional; de un
internado docente; de una caja de previsión social; de una cooperativa; etc.” Y
agregaba su propia respuesta: “Casi siempre, a una base de buenas informaciones
unilaterales se une un poco de ensayismo en otros aspectos de los varios e
interesantes que presenta el problema de la dirección y administración
eficaces, y la experiencia resulta, así, larga y dispendiosa, cuando no
determina el malogro de las mejores intenciones y empeños”.
Para abordar tales carencias, la propuesta
de estudios consignaba que “El primer año será de carácter teórico
relativamente (sic) pues siempre se tendrá en cuenta, en lo posible, la
observación y la experiencia, y el segundo será acentuadamente práctico y
especializado, trabajando los alumnos en las instituciones que en esta Capital
prestan asistencia sanitaria y social, como ser hospitales, asilos, colonias,
hogares, cajas de previsión, salas cunas, sociedades de beneficencia,
cooperativas, cárceles, cantinas maternales y escolares, etc., con la
cooperación que se descuenta de sus directores, personal técnico y
administrativo”.
Simultáneamente existió también otro
proyecto de ley para la creación de una Escuela de enfermeras visitadoras,
presentado en 1928 en el Congreso Nacional por Leopoldo Bard. Este médico,
vinculado ideológicamente con Hipólito Yrigoyen y también con la masonería, era
el presidente del bloque radical de la Cámara de Diputados. Años más tarde, en
1947, fue designado por Juan Domingo Perón como Director General de Higiene y
Seguridad del Trabajo.
El proyecto del diputado Bard establecía,
en su artículo segundo, que “Las escuelas de enfermeras visitadoras dependerán
de cada una de las cátedras de higiene médica de las respectivas facultades de
Medicina de Buenos Aires, Rosario y Córdoba”. En rigor, tal como se consignó al
comienzo de este texto, en Buenos Aires ya estaba en pleno funcionamiento,
desde hacía cuatro años, el Curso de Visitadoras de Higiene Social en la
Facultad de Ciencias Médicas. En julio del mismo año, este proyecto pasó a la
Comisión de Instrucción Pública, sin que se lograra la sanción de la ley
respectiva.
Al mismo tiempo, existían inquietudes
similares en el seno del Museo Social Argentino para abocarse a la formación de
estos agentes sociales. Se organizó la Sección de Higiene Social, en mayo de
1928, cuyas autoridades fueron los médicos Julio Iribarne, Manuel V. Carbonell
y Germinal Rodríguez , integrada también por otros siete médicos: Saúl
Bettinotti, Pílades O. Dezeo, Ciro Durante Avellanal, Ubaldo Fernández,
Evaristo Lutara, Nerio Rojas y Manuel Ruiz Moreno. Conformaron una comisión
para elaborar una propuesta de creación de una Escuela de Servicio Social y,
entre diversas consideraciones, formularon una muy llamativa argumentación:
“Comprendemos que esta labor de organizar la nueva Escuela, sus planes de
enseñanza y orientación, es una tarea larga y difícil y que exigirá una
tranquila meditación. Pero en cualquier forma podría este año aceptarse en
principio la creación de dicha Escuela para evitar así que la idea, tomada por
alguna otra institución afín, pudiera malograrse o confundirse y una comisión
del seno del Museo Social podría planear la organización en el transcurso del
corriente año”.
Al respecto surgen algunos significativos
interrogantes. ¿Por qué el Museo Social Argentino presumía que alguna otra
institución estatal “podría malograr o confundirse” en relación a la idea de
crear una Escuela de Servicio Social? Visto
el proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo Nacional, el 16 de mayo de
1928, para crear la primera Escuela Nacional de Servicio Social, ¿el Museo
Social se apresuró para presentar su propia propuesta para lograr ser los
primeros en crear dicha Escuela? El gobierno nacional había financiado, previo
a mayo de 1927, el viaje a Europa de “funcionarios” y de “comisionados
especiales”: ¿alguno de los médicos integrantes del Museo Social formaron parte
de la misión que viajó a Europa en 1927?
El artículo que el Dr. Germinal Rodríguez publicó en el diario “La
Nación”, el 2 de diciembre de 1927: ¿fue el producto de los datos y
experiencias recogidas en el periplo europeo, financiado por el gobierno
nacional?
En definitiva, el proyecto del Poder Ejecutivo,
de mayo de 1928, nunca llegó a aprobarse. Era obvio que el gobierno de Alvear
estaba finalizando su mandato. Al poco tiempo se realizaron las elecciones
nacionales, siendo ungido como nuevo Presidente de la Nación, Hipólito
Yrigoyen, el cual asumió el 12 de octubre del mismo año. Quedó trunca, de este
modo, la alternativa de creación de una Escuela de Servicio Social dependiente
del gobierno nacional, lo cual recién se concretó -31 años después- en 1959
(durante el mandato de Arturo Frondizi) con la inauguración del Instituto de
Servicio Social, dependiente del ministerio de Asistencia Social y Salud
Pública de la Nación, cuyo titular era el médico Héctor V. Noblía, siendo
director de dicho Instituto el médico psiquiatra Ricardo Tarsitano.
Buenos Aires, Octubre de 2012.
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