Introducción
Como
integrantes de la Secretaria de Jóvenes del Colegio de Asistentes Sociales de
la Provincia de Santa Fe, consideramos necesario conceptualizar nuestra visión
acerca de la pobreza a fin de poder situarnos teórica, epistemológica, ética y
políticamente al momento de pensar una política sobre el alivio de la pobreza y
el papel de los Trabajadores Sociales en la misma.
Pensar la
pobreza en término exclusivamente económico sería aplicar una mirada
reduccionista a una problemática de mucha mayor complejidad, como es la que
reviste el término “pobreza”.
De esta manera
creemos en primera instancia la necesidad de pensarla en todas sus esferas;
social, económica, cultural.
Es necesario
pensarla en términos de Derechos Humanos, en las posibilidades concretas de
vida de los sujetos, en sus posibilidades de acceso y ejercicio del derecho a
poseer una vivienda digna, al acceso a la educación, al trabajo, a la salud, al
agua potable, etc.
Así podríamos
situar nuestro rol profesional cuyo umbral de intervención se sitúe en los
Derechos Humanos, a los cuales los ciudadanos deben acceder equitativamente, a
través de políticas destinadas a aliviar
la pobreza en nuestro país.
Conceptualización sobre el término Pobreza
Si
tuviéramos que definir a la pobreza, podríamos consensuar, que la misma se
trata de un fenómeno complejo y multidimensional. Hablar de pobreza hoy en día significa
aproximarse a una compleja realidad, no solamente relacionada a los aspectos
económicos, sino también, abarcando aspectos como la precariedad laboral, el
acceso a una vivienda digna, la salud, entre otros.
Planteamos
concebir a la pobreza desde tres tópicos relacionales:
· Pobreza – Desigualdad: Partiendo de que la pobreza es un fenómeno social, relacionado a la
estructura y en la dinámica social, podemos pensar en su estrecha relación con
los efectos socioeconómicos del crecimiento, las políticas públicas para
enfrentar la misma y la búsqueda de
alternativas de crecimiento económico.
Podemos consensuar en que cuanto más desigual se
distribuya el ingreso en la sociedad, mayor será la desigualdad. Esto plantea
la necesidad de nuevas transformaciones en las relaciones entre sociedad,
Estado y economía. Estamos convencidas de que el Estado debería promover
procesos de integración social eliminando las barreras sociales, impulsando una
cultura de solidaridad, co-constuyendo
un sistema de actores sociales, donde los más excluidos puedan
transformar sus necesidades en demandas, las cuales se expresen en la toma de decisiones en la esfera
política.
Relacionado a ello, aparece la importancia del
Capital Social para promover mejoras en las condiciones de vida, influyendo de
manera positiva en la promoción de mayores niveles de participación y
protagonismo en la solución de sus problemas.
· Pobreza - Desafiliación -
Vulnerabilidad: Cuando
hablamos de exclusión, debemos saber que la misma implica una imposibilidad de
participación en la vida socio económica, político y cultural de nuestra
sociedad, debido, no solo a la carencia material y económica, si no y sobre
todo, a la carencia de derechos, a la
imposibilidad de acceder a los mismos; es por ello que Robert Castel plantea el
concepto de desafiliación a fin de no posicionar a los sujetos en una situación
inamovible como es el de la exclusión. Para el autor la desafiliación se
presenta como la debilidad de los soportes del individuo moderno, el cual está
fuertemente relacionado con el lugar que tiene el sujeto en la división del
trabajo y de las redes de sociabilidad, perdiendo el lugar fijo y estanco que
proporciona el concepto de exclusión. De esta manera le proporciona un sentido
dinámico a la reconstrucción de los soportes del sujeto moderno.
Podemos pensar también, que la pobreza, puede
tomarse como un factor importante de vulnerabilidad social que puede conducir a
las personas hacia una situación de desafiliación social.
· Pobreza – Ciudadanía: Con este tópico pretendemos problematizar la visión de la pobreza
estableciendo vínculos con la ciudadanía.
La ciudadanía hace referencia al pleno ejercicio de
esos derechos ciudadanos que deben ser concedidos y garantizados por el Estado.
Marshall es quien propone, complejizar la mirada, y no solamente referirnos a los derechos
sociales, sino también de obligaciones que los sujetos contraen como miembros
de la sociedad. Argumentación a la que él refiere como ciudadanía social.
Problematizando este planteo, podemos decir que la
ciudadanía social nos remite sin duda a las políticas sociales, pero no sólo
consideradas como instrumentos del Estado sino también como resultado de
iniciativas de la sociedad civil.
La pobreza y las poblaciones vulnerables
No todas
las personas en situación de pobreza la
experimentan de la misma manera, no son igualmente vulnerables a ella, o no
tienen las mismas posibilidades de superarla, presentándose una importante
heterogeneidad de la vivencia, causas y consecuencias de la pobreza, según
edad, sexo, pertenencia étnica y ubicación rural-urbana. Esto nos conduce a
desarrollar una conceptualización de la pobreza desde perspectivas específicas
como son el género, la pobreza infantil, y la desigualdad de los diversos
grupos étnicos.
Consideramos
que analizar la pobreza desde una perspectiva de género, es decir, un enfoque
que recoja la desigualdad existente entre hombres y mujeres y la discriminación
que afecta a estas últimas es crucial para entender las razones por las que las
personas son más proclives a vivir en condición de pobreza, a la vez que
encuentran mayores o menores dificultades para superarla.
La
feminización de la pobreza combina dos fenómenos moralmente inaceptables:
pobreza y desigualdades basadas en el género. Por consiguiente, merece especial
atención por parte de los encargados de formular políticas al determinar la
asignación de recursos para medidas a favor de la equidad de género o de lucha
contra la pobreza. Si la pobreza no se feminiza, los recursos pueden ser
redirigidos a otros tipos de políticas.
Ciertamente,
si la feminización de la pobreza ocurre o no en cada país es una cuestión de
análisis empírico.
Proponemos
una definición de feminización de la pobreza que considera el fenómeno como un
cambio en los niveles de pobreza con una tendencia en contra de las mujeres o
los hogares a cargo de mujeres.
Esta
definición proporciona una herramienta sencilla pero efectiva para analizar las
políticas, un ejemplo a considerar seria la AUH en Argentina.
Por su
parte para comprender la pobreza que vivencian niños, niñas y adolescentes necesita
de un doble análisis que involucre tanto las privaciones materiales (como la
falta o imposibilidad de acceso a los servicios y bienes públicos que afectan
directamente el ejercicio de los derechos de la población infantil, lo cual se
acrecienta aún mas en las población rurales) como la insuficiencia de los
ingresos familiares para satisfacer las necesidades básicas de los integrantes
del grupo familiar.
De esta
manera consideramos a la pobreza infantil en términos de acceso y ejercicio a
los derechos, por lo tanto cada derecho de niños y niñas vulnerado coloca a la
niñez y adolescencia en situación de riesgo social.
El concepto
de pobreza infantil destaca la naturaleza multidimensional del fenómeno, además
de las privaciones materiales, el acceso a los servicios básicos y factores
vinculados a la exclusión de niños, niñas y adolescentes que afectan su
desarrollo psicosocial.
Asimismo los
pueblos indígenas están particularmente en riesgo de pobreza, a menudo carecen
de una voz dentro de los países donde residen. Permanecen invisibilizados en
las grandes zonas urbanas o segregados en barrios alejados; sufren a menudo un
alto nivel de desempleo que contribuye a su pobreza extrema en los países en
desarrollo o la pobreza relativa en los países más desarrollados. Creemos que
las poblaciones indígenas se encuentran entre otros Derechos, fundamentalmente con el Derecho al Hábitat
vulnerado, considerándolo al mismo como el espacio en el que desarrollan su
vida y materialización física, como resultado de un complejo proceso social.
Aportes del Trabajo Social en las
políticas sobre el alivio de la pobreza
La
participación, la autosuficiencia, la sostenibilidad y la autonomía son los
principios clave para la superación de la pobreza.
Las políticas sociales orientadas a los sectores vulnerables, deben poner
el acento en el ejercicio de sus derechos como ciudadanos.
La ciudadanía social constituye, a nuestro modo de ver, un vínculo de
integración social que se construye a partir del acceso a los derechos sociales
siempre cambiantes en nuestra sociedad. A la vez que coincidimos con Amartya
Sen, quien afirma que la tríada democracia-libertad-desarrollo constituyen el
eje sobre el cual deben articularse los programas de combate a la pobreza. Así
estamos convencidas de la importancia de ofrecer alternativas para hacer viable
la creación de espacios de participación multiactoral en función de superación
de la pobreza, promoción de la cooperación y de la construcción de ciudadanía.
Siguiendo el pensamiento del autor mencionado anteriormente los
trabajadores sociales debemos pensar las necesidades como potencialidades para
el desarrollo de las personas, de esta manera estaríamos interviniendo con
sujetos plenos de derecho, actores de su propia vida, sujetos políticos capaces
de transformación y cambio.
Las
"capacidades" comprenden todo aquello que una persona es capaz de
hacer o ser. El ser capaz de estar bien nutrido/a, escribir, leer y
comunicarse, tomar parte de la vida comunitaria forma parte de estas
"capacidades". Sen señala que las necesidades básicas constituyen una
parte de las capacidades, pero que éstas se refieren a algo mucho más amplio.
Entonces, y
siguiendo esta perspectiva, el bienestar se incrementará cuando las personas
son capaces de leer, comer y votar. Estar alfabetizado no es importante por la
utilidad que se deriva de ello, sino por el tipo de persona que puedes llegar a
ser cuando sabes leer y escribir. Comer tendría valor no porque a las personas
le guste la comida, sino porque es necesaria para la vida y la salud. Y las
personas votan no por incrementar su beneficio personal, sino porque valoran un
determinado sistema político y un determinado tipo de actividad política.
El número de
opciones que las personas tienen y la libertad de elección sobre estas opciones
también contribuye al bienestar humano. De esta forma, desde el enfoque de las
capacidades, se postula que más libertad y más capacidad de elección, tienen un
efecto directo sobre el bienestar, incrementándolo.
En nuestro País
tenemos importantes legislaciones en materia de reconocimiento de derechos, cuyos
principales destinatarios son las poblaciones más vulnerables, tales
legislaciones están destinadas a su protección como son la Ley 26061 de
Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, la ley 26160
de Emergencia en materia de posesión y propiedad de las Tierras protegiendo los
derechos de los Pueblos Indígenas, la Ley 26485 Para Prevenir, Sancionar y
Erradicar todas las Formas de Violencia Contra la Mujer, en los ámbitos en los
que desarrolla sus relaciones interpersonales; las mismas han sido de relevante
aporte a problemas históricos de vulnerabilidad y exclusión.
Sin embargo, y
a pesar de los logros obtenidos en materia de derechos humanos queda mucho por
trabajar para que éstos no sean sólo términos utilizados en el discurso político
sino que se demuestre el avance en el acceso equitativo a los mismos por parte
de toda la ciudadanía.
Finalmente
como Trabajadoras/es Sociales apostamos al compromiso de trabajar sobre la base
de los Derechos Humanos a fin de realizar un aporte significativo en el alivio
de la pobreza que afectó y afecta a numerosos/as ciudadanos/as de nuestro país.
Compromiso que implicaría entonces, una exigencia en
la revisión de los supuestos teóricos y prácticos para fortalecer esos
procesos, propiciando, coordinando o participando en la constitución de una
ciudadanía más igualitaria y más incluyente.
Secretaría de Jóvenes del CPAS
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