Compartimos
la reflexión de la Secretaría de Jóvenes del CPAS a partir de la reciente muerte
de Laura Iglesias, una trabajadora social del Patronato de Liberados
Bonaerenses que fue hallada sin vida en Miramar.
En
los últimos días, una nueva noticia referida a la violencia contra las mujeres
nos conmocionó. La violencia de género en su más grave expresión: el femicidio.
Pero la noticia es aún más nefasta, ya que nos identifica doblemente como mujeres
y como trabajadoras sociales. En la televisión se observa un título alarmante: “Asesinan
a Asistente Social”.
Los
detalles no importan, pero sí interesa profundizar que este fue el tercer
femicidio de una colega en el año. Celia Vicari, trabajadora social ya jubilada
pero que seguía comprometida con la profesión y en su tarea vocacional fue asesinada en abril de este año; Marisel
Luis, oriunda de Montevideo, fue asesinada por una persona que hacía tiempo la
acosaba, a pesar de que ella había dado aviso a la policía. Esta semana, el
asesino fue considerado inimputable.
En
las últimas horas, el nombre de Laura Iglesias apareció en las noticias. No por
su labor profesional en el Patronato de Liberados Bonaerense sino por haber
sido asesinada. El secretario del gremio al que pertenecía la colega afirmó “Nosotros venimos denunciando
situaciones de riesgo hace dos años”.
Y así es como Laura se convirtió, lamentablemente,
en un número más para las estadísticas de violencia de género, en la tercera colega
asesinada en el año y en un titular para los medios. Titular que luego parece ingerir la píldora de la desmemoria y queda sepultado
hasta que sea necesario desenterrarlo nuevamente.
Ahora
bien, todos estos datos llevan a un par de cuestionamientos: ¿podemos
establecer una relación directa entre femicidios y el ejercicio profesional del
Trabajo Social, o son sólo hechos aislados de violencia de género que
“casualmente” comparten que la víctima sea una trabajadora social? ¿El
colectivo profesional tiene que alarmarse y tomar medidas que tiendan a
resguardar la integridad física y mental de las y los colegas?
Estos
interrogantes surgen porque en los tres casos parece coincidir como causa de
los terribles desenlaces la falta de políticas públicas que salvaguarden el
ejercicio profesional. Una compañera de trabajo de Celia, a quien la asesinó un
paciente esquizofrénico, afirmaba “tenemos un solo psiquiatra, no hay políticas
de salud mental”; en el caso de Marisel, el día de su fallecimiento la institución
para la cual trabajaba lanzó un comunicado que decía: “Hace pocos minutos acaba
de fallecer la colega Marisel Luis, asesinada por un hombre que la acosaba
desde hace tiempo y sobre el cual existían denuncias policiales”; y en el caso
de Laura parece que su triste final podría ser el comienzo de ciertas acciones
para que se tome estado público de la situación en las que llevan a cabo sus
prácticas profesionales las colegas. Así definía la situación de las asistentes
sociales que trabajan en el Patronato de Liberados el secretario gremial: “… muy a menudo son víctimas de agresiones.
Van a ver a los asistidos solas, en sus propios autos, sin custodia, y hasta
han sufrido intentos de violación”.
Este
grave escenario requiere una revisión crítica de los procedimientos que se
utilizan, para modificar aquellos que pueden dificultar el reconocimiento de
pruebas, para complementarlos con otras medidas que contribuyan al esclarecimiento
y para mejorar la articulación institucional con los otros organismos que
participan del proceso de investigación judicial. En este sentido, vale reconocer que este mes el Ministerio de
Seguridad instruyó a la Gendarmería, a Prefectura y a la Policía Federal a
utilizar un nuevo protocolo para proceder en casos de "muertes de mujeres
en contextos de violencia de género", el cual permitirá optimizar su
intervención en casos de asesinatos.
Los femicidios de las colegas disparan nuevamente el
debate sobre la necesidad de que la carrera de Trabajo Social sea declarada de
interés público.
Consultando la Ley Nacional de Educación Superior N°
24521, encontramos donde se detalla el objetivo de nombrar a ciertas carreras
de interés público: “Estas carreras preparan para profesiones reguladas por el
Estado, cuyo ejercicio puede poner en riego de modo directo la salud, la
seguridad, los derechos, los bienes o la formación de los habitantes de nuestro
país”. Entonces, surge una pregunta obvia: ¿acaso en el Trabajo Social sólo se
pone en juego la vida de los demás en las intervenciones? Los hechos referidos
dan cuenta que nosotras/nosotros también
somos habitantes de nuestro país, por tanto en riesgo directo proporcional al
compromiso con aquellos con y para quienes ponemos en juego nuestros saberes.
Galeano afirma: “De los miedos nacen los
corajes; y de las dudas, las certezas”, y a
pesar que vivimos con más dudas que certezas, de algo debemos estar seguros: a
las tres colegas no las recuperamos más aunque a partir de unos años exista la
posibilidad que el Trabajo Social pase a ser de “interés público”.
Antonella
Valdez
Secretaría
de Jóvenes Profesionales CPAS
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