* Prof. Norberto Alayón
Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
Nota publicada en las ediciones sucesivas del 6 y 13 de febrero en el "Seminario Universidad", números 1978 y 1979, de la Universidad de Costa Rica.
Soy un trabajador social argentino y me
desempeño como profesor en la Carrera de Trabajo Social de la Universidad de
Buenos Aires. A comienzos de diciembre viajé a Costa Rica, invitado por una
institución oficial, para compartir una exposición académica sobre temáticas de
mi profesión. En esa ocasión, llegó a mis manos un ejemplar del diario “La
Nación” de Costa Rica, del 25 de noviembre, en el cual pude leer un editorial
titulado “Kirchner en la cuerda floja”.
Lo tomé como un editorial más de los tantos
que pululan en nuestros países, que expresan ciertas maneras de ejercer el
periodismo ajenas a la responsabilidad y a la verdad. Luego me entero que dicho
diario sería el más “importante” de Costa Rica y que se trataba de la edición
número 22.954, ya que la publicación fue fundada en 1946 como “diario
independiente”. Pensé en ese momento, con cierto humor negro, que 22.954
periódicos con el perfil y tenor de ese editorial pulverizarían el hígado de la
persona más robusta y sana. Y es lo mismo que nos pasa a los argentinos con
algunos diarios, hasta centenarios, que se autorreputan como serios.
Al regresar a mi país decidí enviar una
respuesta breve a semejante insolencia y falsedad del “importante” diario. Envié
unas pocas líneas, que me permito reproducir textualmente a continuación, ya
que las mismas fueron publicadas en la sección Cartas, el 20 de diciembre, pero
con algunos retoques y omisiones:
Sra.
Directora del Diario La Nación: Con todo respeto me dirijo a usted en relación
al Editorial publicado en "La Nación" del domingo 25 de noviembre de
2012, bajo el título "Kirchner en la cuerda floja". Dicho texto,
plagado de inexactitudes, exento de información fehaciente y atravesado por una
suerte de malicia ideológica, constituye la expresión de un diario ajeno a la
seriedad y al buen periodismo.
Tal
vez no sea su deseo, pero sepa usted que ni la Presidenta Cristina Kirchner, ni
la Argentina están "en la cuerda floja". Todo lo contrario: flojos de
seso, pero plagados de veneno, se evidencian ciertos medios de comunicación,
nacionales y extranjeros, a los cuales se suma este extravío editorial del
diario bajo su dirección. Le agradeceré tenga a bien publicar estas breves
consideraciones, como derecho a réplica.
Veamos algunos de los dislates y la forma
de “construir” las noticias, de la que hace gala el mencionado editorial, en su
irracional afán de descalificar. Empieza con el título de “Kirchner en la
cuerda floja”. Pareciera inducir a hacer creer a los lectores que el gobierno
argentino está “por caer”. La presidenta Cristina Kirchner fue reelegida, en
octubre de 2011, con más del 54 % de los votos, y tiene mandato constitucional
hasta diciembre de 2015. El título y el contenido del editorial no implica una
caracterización seriamente fundamentada; lo que implica y expresa es un deseo.
¿Querrá “La Nación” que el gobierno constitucional argentino caiga y volvamos a
una dictadura cívico-militar? Tal vez sea el mismo deseo del que están
embebidos ciertos sectores sociales de Argentina, que ven recortados sus
enormes e históricos beneficios, articulados a los intereses económicos
mundiales más concentrados e inequitativos. Estos sectores, en Argentina,
intentan permanentemente por todos los medios (económicos, judiciales,
mediáticos) difamar, desgastar al máximo posible a un gobierno de carácter
“nacional y popular” como el actual, precisamente porque ven cuestionados sus
privilegios y temen perderlos o siquiera verlos reducidos. Los sectores que
impulsaron la genocida dictadura cívico-militar-eclesiástica que destrozó al
país entre 1976 y 1983, la Sociedad Rural Argentina que expresa históricamente
a la clase más oligárquica y parasitaria, el diario “La Nación” de la Argentina
(¡oh, el mismo nombre que el de Costa Rica!), cierta jerarquía de la Iglesia
Católica, en suma los sectores reconocidos como el conservadurismo, la derecha,
todos portan el deseo de que este gobierno caiga. ¿”La Nación” de Costa Rica se
sentirá identificada con estos sectores profundamente retardatarios y
antidemocráticos y se suma a este deseo?
¿Por eso publican semejante editorial?
Y agrega “La Nación”: “El cuadro tiene como
fondo una camarilla asesora liderada por el hijo de la mandataria, con los
sigilosos consejos de una amalgama de jóvenes de ideas radicales.” ¡Qué
lenguaje irrespetuoso que suena a descalificante de la investidura
presidencial! La presidenta argentina ha demostrado de sobra que posee la
suficiente autoridad para no dejarse influenciar por ninguna camarilla. Simétricamente,
aún dejando de lado la densidad abismal entre una presidenta elegida
democráticamente dos veces por el pueblo y un diario como “La Nación”, se
podría preguntar si detrás de la directora Noguera existe una camarilla ligada
o descendiente de la familia Montealegre, relacionando a la vez a esta familia
con el fusilamiento de Juanito Mora.
¿De dónde saca tan osados y falsos datos
“La Nación”? ¿Se los proporciona la Sociedad Interamericana de Prensa, es decir
la asociación de propietarios de diarios; los obtiene de la Cadena de la
desinformación y distorsión sistemática, conocida como CNN; se los pide a la
embajada norteamericana? Al alemán Paul Goebbels, ministro de Propaganda de
Adolfo Hitler, se le atribuye la frase: “una mentira mil veces repetida… se
transforma en verdad.”
El editorial pretende desconocer el
crecimiento económico sostenido de Argentina desde el 2003; las reservas record
del Banco Central; la recuperación del empleo; el rechazo a las presiones e
imposiciones del FMI; la firme decisión de fortalecer el MERCOSUR, la UNASUR y
la CELAC; la recuperación estatal de Aerolíneas Argentinas, Yacimientos
Petrolíferos Fiscales, Aguas Argentinas, Correos; el rechazo al proyecto
imperial del ALCA; la Asignación Universal por Hijo y a mujeres embarazadas; la
moratoria y actualización previsional que benefició a millones de jubilados; el
sostenido impulso a la industria, a la ciencia y a la tecnología; los programas
de inclusión social; la profundización de las políticas de defensa de los
derechos humanos; los planes de vivienda y de diversas obras públicas; la
jubilación para las Amas de Casa; la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual (precisamente suspendida desde hace 4 años por los medios
hegemónicos y cierto sector del Poder Judicial); el aumento al 6 % del PBI del
presupuesto en Educación; el Programa de distribución gratuita de computadoras
a estudiantes y docentes; la puesta en marcha de la TV Pública Digital
gratuita; la Ley de matrimonio igualitario; etc.
Es necesario reparar en dos cuestiones
centrales. En primer lugar, la importancia de develar la utilización de
argumentos aparentes para defender lo que es evidentemente falso. Y un segundo
aspecto remite a la necesidad de identificar cierta unidad de acción, a escala
continental, asumida por diversos sectores que pertenecen o representan al
conservadurismo, para oponerse tenazmente a los distintos proyectos que
felizmente se están desplegando en muchos de nuestros países, en sintonía con
los legítimos ideales de independencia y justicia social.
El poder económico mundial (dicho de otro
modo, el sistema capitalista) tiende a avanzar para controlar y hasta
apropiarse del poder político para ponerlo a su servicio. Pero además, para
completar este circuito perverso que perjudica a las grandes mayorías, requiere
controlar también el poder ideológico, representado básicamente en la educación
y en la comunicación mediática, es decir en el periodismo.
Resulta obvio reconocer el alto componente
político que tiene siempre el periodismo. Y es absolutamente legítimo que
cualquier sector social exprese sus posiciones y la defensa de sus intereses
por medio del periodismo, pero sin distorsionar la realidad o directamente con
falsedades, muchas de ellas muy descaradas y ostensibles. De no ser así,
convierten al periodismo en una actividad ruin y en una suerte de charca
cloacal.
Un ejemplo de este tipo de periodismo lo
constituye el diario inglés The Sun, cuyo propietario es el magnate Rupert
Murdoch. Este diario fue condenado en el propio Reino Unido por escuchas ilegales
y publicaciones de noticias falsas relacionadas con personalidades y políticos
de ese país. Dicho accionar, concientemente programado, benefició abiertamente
la campaña electoral del primer ministro conservador David Cameron, a punto tal
que funcionarios de su gabinete debieron renunciar frente al escándalo y
complicidad con el multimillonario Murdoch.
Estoy seguro que los costarricenses y todos
los latinoamericanos bien nacidos, que soñamos con sociedades más justas e
igualitarias, no desean que “La Nación” de la querida Costa Rica imite al
diario The Sun.
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