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27 jun 2013

"Cuando en las prácticas se juega la vida"

Compartimos la reflexión de la Secretaría de Jóvenes del CPAS a partir de la reciente muerte de Laura Iglesias, una trabajadora social del Patronato de Liberados Bonaerenses que fue hallada sin vida en Miramar.


En los últimos días, una nueva noticia referida a la violencia contra las mujeres nos conmocionó. La violencia de género en su más grave expresión: el femicidio. Pero la noticia es aún más nefasta, ya que nos identifica doblemente como mujeres y como trabajadoras sociales. En la televisión se observa un título alarmante: “Asesinan a Asistente Social”.
Los detalles no importan, pero sí interesa profundizar que este fue el tercer femicidio de una colega en el año. Celia Vicari, trabajadora social ya jubilada pero que seguía comprometida con la profesión y en su tarea vocacional  fue asesinada en abril de este año; Marisel Luis, oriunda de Montevideo, fue asesinada por una persona que hacía tiempo la acosaba, a pesar de que ella había dado aviso a la policía. Esta semana, el asesino fue considerado inimputable.
En las últimas horas, el nombre de Laura Iglesias apareció en las noticias. No por su labor profesional en el Patronato de Liberados Bonaerense sino por haber sido asesinada. El secretario del gremio al que pertenecía la colega afirmó “Nosotros venimos denunciando situaciones de riesgo hace dos años”.
Y así es como Laura se convirtió, lamentablemente, en un número más para las estadísticas de violencia de género, en la tercera colega asesinada en el año y en un titular para los medios. Titular que luego parece  ingerir la píldora de la desmemoria y queda sepultado hasta que sea necesario desenterrarlo nuevamente.
Ahora bien, todos estos datos llevan a un par de cuestionamientos: ¿podemos establecer una relación directa entre femicidios y el ejercicio profesional del Trabajo Social, o son sólo hechos aislados de violencia de género que “casualmente” comparten que la víctima sea una trabajadora social? ¿El colectivo profesional tiene que alarmarse y tomar medidas que tiendan a resguardar la integridad física y mental de las y los colegas?
Estos interrogantes surgen porque en los tres casos parece coincidir como causa de los terribles desenlaces la falta de políticas públicas que salvaguarden el ejercicio profesional. Una compañera de trabajo de Celia, a quien la asesinó un paciente esquizofrénico, afirmaba “tenemos un solo psiquiatra, no hay políticas de salud mental”; en el caso de Marisel, el día de su fallecimiento la institución para la cual trabajaba lanzó un comunicado que decía: “Hace pocos minutos acaba de fallecer la colega Marisel Luis, asesinada por un hombre que la acosaba desde hace tiempo y sobre el cual existían denuncias policiales”; y en el caso de Laura parece que su triste final podría ser el comienzo de ciertas acciones para que se tome estado público de la situación en las que llevan a cabo sus prácticas profesionales las colegas. Así definía la situación de las asistentes sociales que trabajan en el Patronato de Liberados el secretario gremial: “… muy a menudo son víctimas de agresiones. Van a ver a los asistidos solas, en sus propios autos, sin custodia, y hasta han sufrido intentos de violación”.
Este grave escenario requiere una revisión crítica de los procedimientos que se utilizan, para modificar aquellos que pueden dificultar el reconocimiento de pruebas, para complementarlos con otras medidas que contribuyan al esclarecimiento y para mejorar la articulación institucional con los otros organismos que participan del proceso de investigación judicial. En este sentido, vale reconocer que este mes el Ministerio de Seguridad instruyó a la Gendarmería, a Prefectura y a la Policía Federal a utilizar un nuevo protocolo para proceder en casos de "muertes de mujeres en contextos de violencia de género", el cual permitirá optimizar su intervención en casos de asesinatos.
Los femicidios de las colegas disparan nuevamente el debate sobre la necesidad de que la carrera de Trabajo Social sea declarada de interés público.
Consultando la Ley Nacional de Educación Superior N° 24521, encontramos donde se detalla el objetivo de nombrar a ciertas carreras de interés público: “Estas carreras preparan para profesiones reguladas por el Estado, cuyo ejercicio puede poner en riego de modo directo la salud, la seguridad, los derechos, los bienes o la formación de los habitantes de nuestro país”. Entonces, surge una pregunta obvia: ¿acaso en el Trabajo Social sólo se pone en juego la vida de los demás en las intervenciones? Los hechos referidos dan cuenta  que nosotras/nosotros también somos habitantes de nuestro país, por tanto en riesgo directo proporcional al compromiso con aquellos con y para quienes ponemos en juego nuestros saberes.
Galeano afirma: “De los miedos nacen los corajes; y de las dudas, las certezas”, y a pesar que vivimos con más dudas que certezas, de algo debemos estar seguros: a las tres colegas no las recuperamos más aunque a partir de unos años exista la posibilidad que el Trabajo Social pase a ser de “interés público”.

Antonella Valdez
Secretaría de Jóvenes Profesionales CPAS

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